Estambul VII. Las mezquitas de
Sinán.
Solimán el Magnífico y
Sinán ibn Adülmennan, conocido como Minar (en turco arquitecto) Sinán, se necesitaron y se complementaron
en el preciso momento en que el Imperio Otomano alcanzó su mayor esplendor. El artista
dependió del sultán para llevar a cabo los ambiciosos proyectos que ocuparon su
larga vida, pero no fue menos cierto que Solimán
necesitó del artista para que con su obra, dejara testimonio eterno de su
brillante reinado.
Sinán era de origen cristiano y como tantos otros muchachos, en sus primeros años fue convertido al islam para servir como jenízaro. La vida militar lo llevó a participar en diversas campañas por territorios europeos y asiáticos y esta circunstancia le puso en contacto con los diferentes estilos arquitectónicos de esos lugares. Así conoció la arquitectura europea, entró en contacto con el arte persa y desde luego, asimiló el bizantino con el que había convivido desde siempre. Además su talento para las matemáticas lo convirtió en un reputado ingeniero militar.
Con este bagaje y siendo ya un hombre maduro
(casi cincuenta años), Solimán lo
nombró arquitecto oficial y responsable de las construcciones y del urbanismo
de todo el Imperio. A partir de entonces aprovechó los más cuarenta años que
aún le restaban de vida (alcanzó los noventa y siete y sirvió también a Selim II y a Murat III) para llevar a cabo una ingente labor constructiva recogida
en 377 obras de todo tipo que se levantan desde Visegrado (Bosnia-Herzegovina)
Puente de Visegrado. Patrimonio de la Humanidad. |
a Damasco (vaya con esta mención a la capital de Siria, el deseo y la esperanza de que se ponga fin de una vez por todas al sufrimiento de su población). Para Estambul diseñó un plan urbanístico que habría de convertir la antigua
Constantinopla en un fiel reflejo del poder de su soberano bajo la inspiración
del Islam.
Siempre he sentido una profunda admiración por
personajes que, como Sinán, poseen conocimientos técnicos, creatividad artística y una inusitada capacidad de
trabajo, así que, aún sabiendo que sólo me podría permitir ver una mínima parte
de su obra, me sentía feliz la mañana que comenzamos con la visita Sehzade
Camii, la Mezquita del Príncipe,
para continuar después un recorrido por el complejo de la Süleymaniye.
La Shzade Camii
constituye el primer gran encargo de Solimán a su arquitecto para honrar al primero de los hijos habidos con Roxelana, el príncipe Mehmet que murió, al parecer de viruelas, a los veintiún años. En el patio exterior ajardinado
(que, como se aprecia en la imagen, no está exento de información práctica) se encuentran los edificios que se articulan en torno a la mezquita: la medrese, tres mausoleos, entre ellos el Mehmet, (cerrados durante nuestra visita), y un magnífico restaurante, el Sehzade Mehmed Sofrasi,
al que
volvimos una noche y en el que nos sirvieron una lujosa cena turca que hubiera
necesitado de la participación de al menos el triple de comensales, para empezar
a pensar en darle fin. Fue una experiencia estupenda y muy divertida gracias a los camareros que nos sirvieron.
A la mezquita se accede
a través de un elegante patio porticado en el que se sitúa la fuente de las
abluciones. constituye el primer gran encargo de Solimán a su arquitecto para honrar al primero de los hijos habidos con Roxelana, el príncipe Mehmet que murió, al parecer de viruelas, a los veintiún años. En el patio exterior ajardinado
(que, como se aprecia en la imagen, no está exento de información práctica) se encuentran los edificios que se articulan en torno a la mezquita: la medrese, tres mausoleos, entre ellos el Mehmet, (cerrados durante nuestra visita), y un magnífico restaurante, el Sehzade Mehmed Sofrasi,
Quiso Sinán recrear, que no imitar, la estructura de la basílica bizantina (grande era la fuerza de Santa Sofía) con la construcción de una cúpula capaz de articular una enorme y luminosa sala de oración.
Sin embargo su genio introdujo dos importantes novedades: en el exterior construyó galerías para ocultar los contrafuertes,
y en el interior prescindió de ellas, al igual que de las columnas para obtener un amplio y despejado espacio.
Además utilizó cuatro semicúpulas (no dos como tiene Santa Sofía) y cuatro enormes pilares que sostienen como en el aire, la ornamentada cúpula.
Sinán se ocupó también de la decoración de azulejos, vidrieras y pinturas en un alarde ornamental
que no repetiría (y a mí me gustó que así fuera) en la Süleymaniye. El modelo creado por el artista en este edificio terminado en 1548, sería adoptado desde entonces para todas las mezquitas imperiales.
A tal personaje
debía por lo tanto estar dedicada una de las obras de arte más hermosas de Europa y
esto, ni más ni menos, me pareció la mezquita que su arquitecto Sinán diseñó y construyó para él.
La Süleymaniye,
es un enorme y majestuoso complejo de edificios
Imagen tomada de Internet |
y los mausoleos o türbe, de Solimán y de su amada Roxelana.
Repartidos por las calles contiguas se
encuentran los edificios restantes que albergaron las diversas medrese, una de las cuales acoge hoy la biblioteca más importante
de Estambul; el antiguo
asilo-hospital que alcanzó gran renombre; el imaret, la cocina, transformada en un moderno restaurante y el
enorme caravasar, donde durante
siglos, los viajeros encontraron alojamiento y comida, para ellos, sus caballos
y dromedarios, además de un gran almacén donde guardar sus mercancías.
El exterior
(su silueta se recorta majestuosa sobre el Cuerno
de Oro)
La entrada al avlu se efectúa por la Puerta de Imaret
Las columnas que sostienen los estilizados arcos de dovelas bicolores, son de pórfido, mármol y granito. La fuente de las abluciones es una delicada pieza que semeja una preciosa joya.
Imagen tomada de Internet |
o la Capilla de los Pazzi obra de Bruneleschi en Florencia.
Quizás también la Sacristía Nueva de la basílica de San Lorenzo debida a Miguel Ángel, también en Florencia o la iglesia románica de San Martín de Frómista, además de algunos otros templos de este estilo medieval.
Pienso que lo que hace estos lugares especiales (además
de la ausencia de decoración superflua) es la sabia disposición de los
elementos estructurales unida a la calidad y a la calidez de los materiales empleados. De este modo, creo
que el artista logra que sea el aire contenido en su edificio lo que constituya
la verdadera obra de arte. Y de ahí la calma, la paz, la armonía, que reinan en
su interior y de las que te sientes partícipe nada más cruzar las puertas.
El gran espacio
central de la Süleymaniye y las naves laterales están separados solamente por
los cuatro pilares maestros y dos pares de columnas sobre las que se asientan
los muros constituidos por una triple arcada, de los tímpanos.
Las vidrieras, hermosamente
coloreadas; los azulejos, primeros ejemplos del estilo que habría de
popularizarse en Iznik (flores y
hojas en turquesa, azul y rojo sobre fondo blanco) y el delicado mármol blanco
con el que están construidos el minbar y el mihrab, contribuyen a la
elegante sencillez de este conjunto absolutamente único.
Imagen tomada de Internet |
A espaldas de
la sala de oración Sinán edificó el mausoleo
de Solimán, el más grandioso de los
construidos por el artista, que fue acabado a la muerte del sultán. Es un octógono
rodeado por una galería porticada situado junto al cementerio.
En el
interior las paredes están cubiertas por completo de azulejos de Iznik, y bajo una soberbia cúpula decorada con frescos y sostenida
por columnas se sitúa la tumba del sultán, coronada por el enorme turbante blanco símbolo su dignidad. Junto a él reposan algunos de sus hijos.
Imagen tomada de Internet |
Imagen tomada de Internet (msegura76.es) |
La türbe Roxelana es más pequeña que la de su amante marido, aunque su
decoración de azulejos es aún más hermosa. También descansa entre los suyos
rodeada de toda la belleza que inspiró al gran Sinán.
Del esplendor otomano de las obras de Sinán pasamos en nuestra siguiente visita a contemplar otra de las maravillosas obras de arte que esta ciudad nos ofrece: la iglesia bizantina de San Salvador en Chora, tan distinta en el estilo y tan distante en el tiempo. Otra impresión inolvidable.
Imagen tomada de Internet |
Y a una discreta distancia de sus señores, fuera del
recinto amurallado de la mezquita, puede verse la pequeña construcción que sirve
de mausoleo al arquitecto. Está situada en el jardín de la casa donde vivió. Una
galería de arcos soporta la pequeña cúpula de mármol bajo la que se halla el sarcófago
coronado por el gran turbante que correspondía a su dignidad de arquitecto
imperial.
Del esplendor otomano de las obras de Sinán pasamos en nuestra siguiente visita a contemplar otra de las maravillosas obras de arte que esta ciudad nos ofrece: la iglesia bizantina de San Salvador en Chora, tan distinta en el estilo y tan distante en el tiempo. Otra impresión inolvidable.