miércoles, 26 de junio de 2019

Claude Monet

Y pintó la luz.

 "El motivo es para mí del todo secundario; lo que quiero representar es lo que existe entre el motivo y yo"  Claude Monet (1840-1926).


 Visitar la casa y los jardines de Monet en Giverny, fue una de las mejores experiencias del viaje que hicimos a Normandía en la primavera de 2017.
  Hacía tiempo que deseaba conocer el lugar donde había vivido y creado durante tantos años, el primero de los impresionistas y el único que permaneció fiel a ese movimiento pictórico,  durante toda su vida.

  
Étretat. 
 Había comenzado esa especie de peregrinaje que me llevó a Giverny en Étretat, contemplando los acantilados y la famosa Porte dÁval en una calurosa tarde (la única del viaje)

  
Luvia en Étretat 1886
que recreaba una de las numerosas pinturas que la costa normanda le inspiró desde que su familia se mudó a El Havre cuando era sólo un niño y, donde con quince años, antes de que el paisajista Eugéne Boudin lo animara a pintar al aire libre, ya dibujaba caricaturas y rechazaba  una formación académica


 El Havre 
 Buscando los escenarios de sus obras en los recorridos que hacíamos, los cuales no pretendían seguir un  el orden cronológico de su vida, llegamos a El Havre. En esta espléndida ciudad reconstruida tras la guerra y cuyo centro histórico ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad, apenas nos detuvimos, porque el objetivo era la desembocadura del Sena, cuyo curso veníamos siguiendo desde Rouan por el Parc Naturel  des Boucles de la Seine Normande, un maravilloso entorno natural salpicados de pequeños pueblos, de iglesias y monasterios medievales y de testimonios de los pintores impresionistas que eligieron estos paisajes como motivo de sus cuadros.


El estuario del Sena
 En El Havre ascendimos hasta uno de los puntos más elevados de la ciudad alta, y allí entre brumas, contemplamos el estuario junto a la Escalera dedicada al pintor.


  Se divisaba una maravillosa panorámica y, a pesar del día nublado, estar en aquel lugar sabiendo que el artista se inspiraba contemplando lo mismo que nosotros, hizo el momento inolvidable.


Puerto de El Havre 1874
  Monet pintó varias vistas del puerto, una, que habría de dar nombre a un movimiento artístico, data de 1872, cuando tenía problemas económicos tras su matrimonio con Camille Doncieux y el nacimiento de su hijo Jean.

Camille Monet y su hijo Jean 1875
 Su pintura no tenía cabida en el Salón de París, por eso formaría en 1873 una sociedad artísticas con otros pintores que decidieron exponer sus obras en el taller del fotógrafo Nadar un año después. Uno de los  cuadros que aportó Monet a la exposición representaba el viejo puerto y se llamaba Impression du  soleil levant

  
   El crítico de arte Leroy en tono algo burlón y haciendo alusión al nombre de la obra, la llamó " l´exposition des impressionistes" El movimiento tenía nombre.  
  
 Rouan
 Otro encuentro con la obra de Monet en este viaje se  produjo en Rouan. La  bellísima catedral con su fachada de delicada tracería le inspiró  entre 1892 y 1895, 


una de sus famosas series. Captar la luz que baña la elaborada piedra con matices diversos  según el momento del día, era su objetivo. Quería reflejarla con sus pinturas justo  cuando el efecto se producía sacando a la piedra matices y texturas diferentes en cada uno de esos momentos únicos e irrepetibles.


 Ese fue siempre su objetivo y ese fue también su logro, presente en toda su obra. Para conseguirlo  siempre pintó al aire libre, a plena luz,  plasmando con sus pinceladas sueltas, las vibraciones lumínicas sobre los objetos, los paisajes, las figuras representadas.

 Giverny 
 Monet reunía en su persona las características de un artista pero también las de un burgués.


 Gracias a sus marchantes, sobre todo a Durand-Ruel comenzó a ganar dinero con sus pintura y después de vivir en diversos lugares, se instaló en la que sería su casa de Giverny en 1883. La compró en 1890 y en ella permaneció hasta su muerte.  
   Y la visita a esa preciosa casa


y a sus jardines, donde vivió con la que sería su segunda esposa, Alice Hoschedé y los ocho hijos que juntaron entre los dos, fue especial.
 El interior representa el marco adecuado para una vida apacible y acomodada 




 y los jardines que él mismo diseñó y amplió a lo largo de los años, fueron la inspiración de muchas de sus obras


El jardín del artista 1886
y en la actualidad un deleite para todos los que los visitan


  
 pretendiendo captar con la cámara la belleza que irradian: un imposible.

Puente japonés 1922


 Superada la enfermedad ocular cuyos síntomas comenzaron a aparecer en 1908, dedicó todo su tiempo a pintar una larga serie que tenía como motivo las ninfeas de los estanques del  jardín de agua. 

Ninfeas 1915
 Siempre había pintado series buscando los efectos lumínicos sobre los diversos motivos de su pintura, pero a ésta parece que consagró todas sus  energías. Incluso construyó un taller mayor dado el tamaño de los lienzos. Pintó un total de cuarenta y ocho.



  
 Fueron sus últimas grandes obras. Alice había muerto en 1911 y casi inmediatamente después la había iniciado dedicándole todo su tiempo.

   
 Disfruté enormemente de la visita. Encontré en aquella casa muchas de las cosas que me gustan: los detalles que humanizan la vida de un gran artista; una cálida y acogedora decoración; un hermoso jardín y un bonito entorno. Cuando emprendimos la marcha confieso que me sentía entusiasmada.

  

  Bordighera
 Monet viajó por diversos lugares de Europa. El primer viaje a Londres lo realizó en 1870, para evitar su participación en la guerra franco-prusiana. Allí conoció la obra de Turner, otro pintor de la luz, que le influiría notablemente. También visitó Noruega, volvió a Londres, vino a Madrid para conocer a los maestros españoles y viajó varias veces a Italia.
  Intentando seguir sus pasos, el pasado mes de abril, en un nuevo recorrido por ese país tan querido, llegamos a Bordighera. No encuentro las palabras para describir el impacto que la luz, los colores del mar, del cielo, de los jardines, me causaron.



 La Riviera francesa e italiana, que fue bautizada acertadamente en 1887 como la Costa Azul, fascinó a pintores y fotógrafos. También a botánicos como el alemán Ludwig Winter que, conocedor del suave clima de la Riviera de Poniente en la costa ligur, participó en la aclimatación de especies tropicales y en el diseño de jardines como el de Villa Hanbury en Vintimiglia o los Jardines de Moreno en Bordighera.  
 Monet había descubierto la Riviera en diciembre de 1883, cuando viajaba con Renoir. Ambos quedaron fascinados por los paisajes llenos de luz y decidieron volver para pintarlos.


  La fascinación de Monet fue tan grande como su impaciencia y a mediados de enero del 1884, quiso volver, pero solo, y pidió a su marchante que guardara el secreto de su viaje. Pensaba que compartir su estancia en Bordighera con Renoir lo distraería. Se instaló en la Pensión Anglaise.
 El pueblo que conoció el pintor, el pueblo alto sigue existiendo en la ladera de la montaña

Puerta de la Magdalena
pero ya se habían construido casas cerca del mar y un turismo refinado procedente sobre todo de Inglaterra y Alemania, hacía tiempo que lo había descubierto. 

La casa del arquitecto Charles Garnier

 Alicia Hoschedé (aún no se habían casado) se quedó en Giverny cuidando de la casa y de los niños y, recibiendo las cartas del pintor que constituyen una interesante y hasta divertida crónica de su estancia, en donde no falta tampoco la frustración que le provocaba el no poder atrapar el paisaje que se le escapaba con las cambiantes formas del color, con las sombras llenas de aristas que produce la luz mediterránea, tan distinta de la suave y matizada luz  de Normandía 

Burdighera 1884

                           

 Cuando conoció a Francesco Moreno, el rico comerciante de aceites que le dio vía libre para que pintara sus suntuosos jardines, escribió feliz a Alice. Los Jardines de Moreno llegaron a tener ochenta hectáreas y poseían, además de plantas autóctonas como limoneros, naranjos

Naranjas en una rama 1884
u olivos;
Bosque de olivos en Bordighera 1884
variedades exóticas de pino canario, araucaria, agave, yuca y sobre todo palmeras de las que confiesa  a Alice "me vuelven loco"


Palmeras de Bordighera 1884
 Monet pinta y pinta con pasión aquellos jardines que a la muerte de su propietario prácticamente desaparecieron cuando fueron vendidos por su viuda. En la actualidad una pequeña parte de ellos son municipales, llevan su nombre y se visitan libremente.  



                            

 Constituyen una mínima muestra de su grandeza y belleza, porque con el transcurso del tiempo se destruyó mucho de aquel mundo vegetal que tanto impresionó al pintor.

Jardín de Moreno en Bordighera 1884 
 Mucho de lo que ha perdurado forma parte en la actualidad de diversas propiedades privadas. Tuve suerte porque al llegar a la puerta de una de esas propiedades se encontraba abierta. Unos jardineros trabajaban y sin pensarlo dos veces saludé con un buongiorno y sin ningún impedimento por su parte pude pasear y disfrutar al menos un poco, de aquel maravilloso lugar. Lamentablemente la mañana era gris y faltaba el brillo de la luz que fascinó a Monet.




 
  Venecia 
 Terminamos este nuevo viaje por el norte de Italia haciendo una breve visita a Venecia. ¿Cómo resistirse? cuando además sabía que Monet había estado allí con Alice entre 1908 y 1909dos años antes de la muerte de ésta. 
 Habíamos comenzado el periplo italiano tras su obra y podía ser una buena manera de concluirlo.  
 Cuando dejamos la estación no podía creer lo que veía: multitudes de turistas tomando cada rincón de la ciudad casi al asalto; el mercado de la Pescheria convertido en una sucesión de puestos de souvenirs; la Piazza de San Marco como los alrededores de un estadio en día de partido... Sentí una enorme pena recordando los anteriores y ya lejanos viajes, en los que pudimos disfrutar con calma y sosiego de una ciudad fascinante, pero sobre sentí pena por  los venecianos. Debe ser duro convivir a diario con semejante "éxito turístico"
  Al fin conseguimos, no sin trabajo, alcanzar el punto aproximado desde el que Monet pintó uno de los cuadros que guardan memoria de su visita a una ciudad que debió ofrecérsele, casi vacía de visitantes, en toda su deslumbrante belleza.

Gran Canal 1909

 
  Resultó, a pesar de todo, un buen día y un estupendo colofón a otro viaje realizado con la pretensión ¡vana pretensión! de llegar a conocer mejor los tesoros de Italia.
                         

miércoles, 12 de junio de 2019

Tras los pasos de la Historia

Los republicanos españoles en el exilio.
 El pasado mes de abril pude hacer realidad un deseo que albergaba desde que siendo una adolescente conocí la poesía sentida, profunda, sencilla y eterna de Don Antonio Machado. Mi deseo no era otro que visitar la tumba que acoge sus restos, desde que la muerte lo alcanzara, junto a su madre, en el pueblecito francés de Colliure, cerca de la frontera franco española.


 Había llegado allí el 28 de enero de 1939, como tantos miles de españoles, camino de un exilio que lo librara de la represión y la venganza del bando nacional que, tras protagonizar un golpe militar contra el gobierno democrático de la II República Española, sumió al país en una cruenta guerra civil. Tras la victoria del bando rebelde, no se produjo el advenimiento de la paz y el entendimiento, sino el de una dictadura de cuarenta años en la que nacimos y crecimos varias generaciones de españoles.
Nuestra Llegada a Colliure se produjo en una tarde fría y ventosa, que me hizo pensar que el poeta, después de un penoso viaje, debió estremecerse con un frío cruel que le traspasaría el cuerpo y en el alma.¿Qué pensaría?¿Qué sentiría cuando viera el paisaje, la playa, las callejas del pueblo por primera vez? Estaba enfermo y tendría el corazón helado. Ya lo había anticipado en sus versos:  
"Españolito que vienes 
Al mundo te guarde Dios 
Una de las dos Españas   
Ha de helarte el corazón"
 Murió el 22 de febrero. Quizás no tuvo la oportunidad ni el deseo de contemplar las bellezas del sitio donde sería enterrado. Sin embargo me gustó pensar y me emocionó la idea de que quizá sus ojos se  posaron en los mismos lugares que yo miraba aquella tarde.

Castillo Real

Notre Dame de Anges
Nos dirigimos al Cementerio viejo donde reposan sus resto, justo en el centro del pueblo, aunque me atrevo aventurar que pasando desapercibido para las muchedumbres que lo toman al asalto en los meses de verano. 
   
                      

Apenas traspasada la puerta, se encuentra la tumba de Don Antonio y de su madre. Un grupo de estudiantes andaluces le rendían, a su manera, un bullicioso homenaje. Los dejamos ir. Luego nos acercamos. Yo sentía una intensa emoción, porque ellos representan a tantos y tantos españoles que sintieron el dolor de la derrota y el alejamiento forzoso de su país. Sé de que hablo, varios miembros de mi familia sufrieron el mismo destino.

     
Flores y banderas republicanas cubren la losa donde también los visitantes han ido colocando piedras.
Se cumple este año, el ochenta aniversario de la muerte del poeta y del fin de la Guerra Civil, y por primera vez ¡y ya iba siendo hora! desde la restauración del régimen democrático, un gobierno español le ha rendido homenaje colocando una placa conmemorativa.

    
Antonio Machado, uno de los más grandes poetas en lengua castellana descansa en Colliure, pero creo que no podrá hacerlo en paz hasta que no retorne a su patria, a Sevilla donde nació, o a algunas de las ciudades donde amó y fue amado, donde gozó y sufrió los avatares de una existencia que, como las de tantos otros, el odio, el fanatismo, la intolerancia, la crueldad hizo añicos para siempre.

 Como he dicho han transcurrido ochenta años del fin de la contienda, y cuarenta y cuatro desde que se restableció la democracia en España y el hecho de reconocer públicamente a los españoles que emprendieron el camino del exilio no es, desgraciadamente, lo habitual.

  En Burdeos, existe un lugar surgido del dolor y de la sangre de los republicanos españoles: la Base Alemana de Submarinos  situada en el barrio de Bacalan. 


 Entre 1941 y 1943 el trabajo esclavo levantó una estructura de 42.000 metros cuadrados con un techo de nueve metros de espesor,  para albergar y reparar once submarinos U-Boot destinados a la guerra en el Atlántico.


Es un lugar siniestro, que pone el vello de punta. Gris, inmenso, silencioso, lóbrego. No encuentro palabras para describir la terrible impresión que me produjo. Es el MAL materializado en el cemento.   


  En la actualidad tiene un uso cultural. Había una exposición cuando lo visitamos, pero... la fuerza maléfica del continente no pude dejar de sentirla sobre el contenido. Quería salir de allí cuanto antes.


   La impresión espantosa que me produjo recorrer el edificio se transformó en pena y rabia al salir de él. El sufrimiento en forma de dolor y muerte que produjo su construcción, fue el de los republicanos españoles apresados en la Francia ocupada por los alemanes. En España nada se sabe, nada se dice, nada se habla, y allí mismo hasta hace muy poco, tampoco nada los recordaba. Hoy existe una placa conmemorativa en su memoria,


  y un monolito


                                  
 coronado por una bandera española, aunque el estado en la que ésta se encuentra era una triste metáfora del destino de estos derrotados.