lunes, 6 de julio de 2015

Verona

 4 Verona, Veneto. Cómo olvidar a Romeo y Julieta.

 ¿Puede imaginarse un mejor lugar para refugiarse de una fuerte tormenta en una tarde de primavera, que una espléndida puerta romana? Imposible. No existe. 
 La Puerta Gallia (de la que, dadas las circunstancias, no guardo ninguna imagen) conserva toda su magnificencia clásica y cumplió a la perfección tal cometido cuando la lluvia nos sorprendió paseando por un hermoso parque camino de la estación después del maravilloso día pasado en Verona.
 Fue el colofón al recorrido por todos los restos romanos que en sus calles


tiene la ciudad, y que fuimos contemplando en nuestro largo itinerario. Entre ellos naturalmente destaca el anfiteatro, la Arena. Construido en el siglo I d.C, es uno de los mayores conservados y desde su inauguración hasta hoy, no ha dejado de albergar espectáculos que, desde luego y para bien, han cambiado con el paso de los siglos.  


 Está situado en medio de una amplia plaza, cerrada en algunos sectores por restos de murallas, romanas y medievales,



que dirigen tus pasos hacia la iglesia de San Fermo y hacia el Adigio,




el río que envuelve a Verona como una ancha y preciosa cinta de agua procedente de las montañas.  Aunque la mayor parte de la ciudad está situada en una de sus orillas, en la otra, en las verdes y boscosas colinas se ubican fortalezas como el Fuerte Austríaco, que data de la época del dominio de Austria sobre la ciudad; iglesias monumentales y sobre todo los restos del teatro romano, conformando todo el conjunto una preciosa panorámica.

 Varios son los puentes que unen las dos orillas del Adigio: el Puente de Piedra de origen romano, es uno de los más bellos de  Verona (situados en él. admiramos las preciosas vistas, por eso no conservo su imagen), pero también es hermoso el puente que forma parte de las estructuras de defensivas del Castelvecchio, el Puente Scaligero



y aún los construidos con posterioridad, como el Ponte Nuovo


 Verona es una hermosa ciudad, y en cuanto empiezas a recorrerla te olvidas de Giulietta, su falsa casa, su falso balcón, su falsa tumba… y empiezas a disfrutar de calles animadas y plazas en las que, palacios, fuentes, columnas, leones... conviven sin estridencias con mercadillos, donde se puede encontrar cualquier cosa, incluidos, claro está, los recuerdos para turistas que abarrotan algunos lugares, dejando gloriosamente vacíos otros de gran interés. La llamada Casa de Giuietta, una restaurada posada del siglo XIII, con su añadido balcón, me recordó, soy sevillana, una "bulla" de Semana Santa, ¡un horror! 


Casa de Juietta (por encima de las cabezas de los turistas)
 Son verdaderamente hermosas las dos plazas, comunicadas por el llamado Arco della Costa, (por la costilla de ballena que cuelga de él), que constituyen el corazón de la ciudad. 



 En la delle Erbe, un antiguo mercado de hierbas donde hoy se puede encontrar de todo, destacan el Palazzo Maffei, barroco del XVII, coronado por estatuas de dioses romanos, frente al que se levanta la Casa Mazzanti, con los frescos que decoran su fachada y las animadas terrazas situadas bajo la arcada. Cierra el conjunto la Casa dei Mercanti, que aunque data del siglo XIII, fue restaurada en el  XVII 

Palazzo Mafefei y León Veneciano
  

Casa dei Mercanti
Una fuente decorada con una estatua romana del siglo IV, a la que los veroneses llaman Madonna Verona,  recuerda que esta plaza es un mercado desde hace más de dos mil años, y una columna con el león veneciano colocado en el lugar como símbolo de la pertenencia de la ciudad al Imperio Veneciano desde el siglo XV, pudieron ser contemplados una vez que se levantaron los puestos y los servicios de limpieza, actuando con insólita rapidez, la dejaron en perfectas condiciones, pareciendo además que con ellos se llevaban también a la multitud de paseantes-compradores de souvenirs.
La Piazza dei Signori, comparte con la dei Erbe el edificio medieval que albergó el Palazzo Comunale, anexo al que se encuentra la Torre Lamberti de considerable altura (84 metros) y dos campanas que marcaban con sus tañidos los acontecimientos de la vida ciudadana. El reloj fue añadido en el siglo XVIII.


Palazzo Comunale y Torre Lamberti
   El Palazzo del Podestá es un hermoso edificio de ladrillo con ventanas recercadas de mármol y con una hermosa portada renacentista sobre la que luce imponente el león veneciano. Fue la sede del gobierno de Verona desde el dominio de los Scaligeri.

Palazzo del Podestà
A su lado se levanta la elegante Loggia del Consiglio del más depurado estilo renacentista

Loggia del Consiglio.
  En el centro la plaza está presidida por una estatua de Dante del siglo XIX. Muchas lugares del norte de Italia guardan memoria del paso por ellas del poeta tras haberse visto obligado a exiliarse de su Florencia natal. 

 Es interesante consignar como, en casi todas las ciudades italianas, los históricos palacios constituyen en la actualidad los vestigios del poder de las grandes familias dominantes (dei Signori) y también el de los ciudadanos (dei Comune), que, con más o menos armonía, compartieron a lo largo de los siglos.  



 En la Plaza dei Signori hay un arco por el que se accede a la pequeña iglesia románica de Santa María Antica, a cuyas puertas se encuentran las impresionantes tumbas de estilo gótico de los Scaligeri, monumentos funerarios de insólita belleza.



 Los Scaligeri conquistaron a sangre y fuego el poder en Verona en el siglo XII y lo consevaron hasta finales del  XIV, cuando la ciudad cayó en manos de potencias extranjeras. Vestigios de su gobierno en la ciudad son estos impresionantes monumentos funerarios dedicados a distintos miembros de la familia entre los que sobresale el de Canagrande I a cuyo mandato dedicó Dante, el final de la Divina Comedia.

Tumba de Canagrande I
  Algo sobrecogida con la contemplación del hermoso conjunto funerario, me fui reponiendo a medida que continuamos el paseo que acabaría junto a la Arena. En frente se alineaban los restaurantes repletos de turistas. Aunque no reseño con mucha frecuencia las comidas que hacemos en los viajes, creo que en esta ocasión bien lo merece el suculento plato de calamares fritos que nos sirvieron, y que, podían competir en igualdad de condiciones con los que estamos habituados en estas tierras de Andalucía. Es más, creo que debo dejar constancia de tal hecho con una imagen


 Repuestas las fuerzas y el ánimo, comenzamos el recorrido para contemplar el conjunto de iglesias que Verona conserva y que es sin duda uno de sus patrimonios más importantes
 En primer lugar el Duomo consagrado a la Virgen, Santa María Matricolare. Construido en el siglo XII sobre antiguas basílicas paleocristianas, tiene un pórtico de entrada con dos alturas,


cuyas columnas sostienen dos leones de estética veneciana. 






 Son dignos de resaltar las esculturas de las arquivoltas y los relieves del atrio, obras de Nicoló, artista del siglo XII muy activo en la ciudad, que esculpió en esta portada, sin solución de continuidad, figuras de caballeros de Carlomagno junto a santos y evangelistas. 




 La fachada, sin terminar en lo que al revestimiento de mármoles bicolores se refiere, combina los arcos ojivales de los vanos con los de medio punto del cuerpo central y con los aleros decorados con arquillos lombardos. El conjunto resultante es de una gran belleza, tanta que casi llegas a olvidar el campanile neoclásico añadido con posterioridad y que asoma por detrás del ábside románico.


 
 En el interior gótico, 

Vista desde el ábside

Cabecera del templo
innumerables obras medievales, renacentistas y barrocas,


distribuidas en las varias capillas familiares adosadas a sus muros laterales, de entre las cuales, destaca  la de los Cartolari-Nichelosa en donde cuelga una Asunción de la Virgen de Tiziano.
 No pueden dejar así mismo de admirarse los monumentales órganos de los siglos XVI  y XVII. 



En un segundo nivel, lo que los veroneses llaman la “iglesia inferior”


y que está presente en la mayoría de sus templos, se encuentra el Baptisterio románico, con una hermosa pila octogonal, frescos medievales y un gran crucifijo del siglo XVI.


La iglesia de Santa Elena, también románica, forma parte del mismo conjunto.                   
 Afortunadamente no tuve que elegir entre San Fermo, Santa Anastasia y San Zeno, las llamadas iglesias históricas  veronesas, porque debo decir que no sabría con cual de ellas quedarme. Aunque sí... creo que sí sabría, Tienen en común estar construidas sobre antiguas basílicas paleocristianas, aunque los actuales edificios datan de los siglos XII y XIII; las portadas son de ladrillos cubiertas de mármoles bicolores y todas contienen una extraordinaria colección de obras de arte en su interior.
 De San, Fermo, la más próxima al Adigio, además de su preciosa ubicación,
me impresionó la portada


 
donde se fusionan elementos románicos y góticos para conformar un elegante conjunto en el que destacan la puerta de bronce y un arca funeraria de estilo gótico, que forma parte de una interesante serie de enterramientos de estas características que se encuentran, adosados a los muros o cerca de las iglesias, en diversos puntos de la ciudad,

San Fermo (interior)


Exterior de Santa Anastasia

de entre los que destacan por su impresionante solemnidad los ya mencionados de los Scaligeri.

En el interior...
Fresco de la Crucifición. Siglo XIV 

Ábside



Púlpito del siglo XIV
Capilla de San Antonio


Compianto (grupo escultórico con el tema del Entierro de Cristo)
los frescos componen un abigarrado conjunto que se completa con las obras existentes en la iglesia inferior, románica del siglo XI




 con un hermoso crucifijo de madera del  XIV


 
El elegante ábside de dos alturas y el campanile completan este armonioso conjunto cuya vista se contempla desde la orilla del río.


 Santa Anastasia me dejó sin palabras.


Es el más fascinante de los cuatro templos, y son varios los elementos que contribuyen a ello: la simetría de su fachada con el hermoso pórtico conformado por un arco de medio punto en el que se combinan los suaves colores de sus arquivoltas;



la magnificencia de las tres naves, cuyas bóvedas de crucería, elegantemente decoradas con frescos de motivos vegetales, están sostenidas por impresionantes columnas de mármol rojo;




las esculturas de los dos jorobados, i gobbi, que sostienen sobre sus desfiguradas espaldas las pilas de agua bendita; el pavimento original en el que se combina el blanco y el negro (colores del hábito domínico) con el rojo (de la sangre de los mártires); las esculturas y pinturas que decoran las capillas familiares...


y los frescos que cubren los muros. Y es entre éstos, en la Capilla Pellegrini,


donde encontramos (tras una minuciosa búsqueda hay que decirlo así, ya que ocupa la parte suprior de uno de los arcos) el  más singular del conjunto: San Jorge y la Princesa (buscar imagen más cercana y de mejor calidad...en todos los casos desde luego, pero en esta ocasión con más motivo), obra maestra de Pisanello, aquel artista que en el siglo XV se mantuvo fiel a la estética gótica para mostrarnos un mundo fantástico de osados caballeros y hermosas damas.     
 Camino de San Zeno pasamos por Castellvecchio


la  imponente fortaleza del siglo XIV edificada por Canagrande II que en la actualidad es la sede de uno de los museos más importantes del Veneto. El edificio construido cerca del Adigio




se prolonga en el hermoso Ponte Scaligero.  


 San Zeno fue obispo de Verona en el siglo IV. Es el patrón de la ciudad y a él está dedicada esta basílica



cuyo primitivo edificio fue consagrado en presencia de Pipino el Breve en el siglo IX. Además hay otro acontecimiento que liga a San Zeno con el nuevo Imperio de Occidente, pues en ella se produjo la investidura de Otón I como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en el 983.



 En la austera fachada románica destaca el pórtico del maestro Nicoló, con esbeltas columnas sostenidas por leones y hermosos relieves. El rosetón central simboliza la rueda de la fortuna. El campanile exento, alto y elegante.




 En el interior, también prevalece la austeridad en los muros bicolores de sus tres naves.

  
Cerca del ábside se sitúa la escalera de bajada a la cripta, que entre un bosque de columnas,


contiene el sepulcro de San Zeno.


Sobre los arcos de acceso a la misma, una serie de esculturas de Cristo y los apóstoles del siglo XIII.



 La Capilla Mayor de estilo gótico contiene una de las obras más importantes del conjunto: La Majestad de la Virgen, de Andrea Mantegna, (que desde luego merece ser vista con una imagen de mejor calidad)


que representa como ninguna, el severo estilo del artista. 
Como broche final el hermoso claustro, mitad románico y mitad gótico,


un remanso de paz mágicamente iluminado por una luz que presagiaba la tormenta que descargaría al poco de nuestra visita.

 



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