Lago di Garda.
No
es del todo correcto el encabezamiento de esta entrada, pues el lago más grande
de los italianos (368 kms cuadrados, 51 kms de longitud y 17 de anchura) se extiende
por tres regiones: Véneto al sur y
al este; Trentino al norte y Lombardía, que fue desde donde
accedimos a él, al oeste.
Pero volviendo a su tamaño, he de decir que su visión me dejo anonadada. ¡No podía creer que fuera tan inmenso! Sí, ya sé que alguien podría hablarme de los lagos americanos, de los africanos, por no mencionar el Baikal, es verdad, pero… a ésos sólo los he visto en los mapas.
Sin embargo tengo una referencia que puede servir para comprenderme. Un paisaje muy familiar para mí es el de la costa marroquí desde las playas de Cádiz, y allí mi vista alcanza, cuando el poniente lo permite, todo su trazado.
Vista de Marruecos desde Barbate (Cádiz) |
La
primera visión del lago la tuvimos desde el pueblo de Desenzano di Garda, desde allí, viajando junto a la orilla, por el Lido di Lonato contemplamos las playas
El
almuerzo lo hicimos cerca a Saló, en la terraza
de un restaurante al aire libre, que nos permitía una espléndida vista del
lago; de las montañas; de los pintorescos pueblos que se despliegan en sus
faldas cubiertas por altos cipreses,
y desde luego de la ciudad un poco
más alejada. En ese momento no pude por menos que pensar (me vino a la mente la
República de Saló) que, a pesar de que yo ingenuamente crea todavía que la belleza y el arte salvan
al hombre de la barbarie, tristemente no es cierto. ¡Qué terrible situación
vivía este país que tanto amo, cuando tuvo lugar esa perversa proclamación.
Después de una sobremesa que podíamos haber prolongado indefinidamente pues costaba un gran esfuerzo abandonar aquel lugar privilegiado,
joya románica tanto por el edificio como por las esculturas y los frescos.
La travesía que dura veinte minutos,
da una idea del tamaño del lago, teniendo en cuenta además que no discurre por la zona de mayor anchura.
Ya en el Veneto, desembarcamos Torri del Benaco, con el castillo Scaligiero, del siglo XIV, aunque hay que buscar sus orígenes en una fortaleza que hubo en este lugar en época romana. Me encantaron las murallas con las características almenas guibelinas llamadas de “cola de golondrina”. Restaurado en el siglo XX, alberga en la actualidad un museo etnográfico.
Imagen tomada de Internet |
Conocí en Lazice un hecho que, como no podría ser de otro modo, me interesó sobremanera, pues resulta que fue esta ciudad el primer municipio libre en territorio italiano por privilegio concedido en el siglo X por el emperador Otón II.
En
Peschiera del Garda, cruzamos el río
Mincio, emisario del lago y afluente del Po y con
pena, pues el lugar es tan especial que necesitaría mucho tiempo para
explorarlo siquiera someramente, nos alejamos del Garda, aunque la siguiente etapa del viaje tampoco podía dejarme indiferente ni mucho menos, pues nos dirigimos a Mantua,
pero eso será otra entrada cuando finalice el itinerario lacustre y comience el de las ciudades.
No, no visitamos Sirmione, y sí, tengo que volver para hacerlo.
No, no visitamos Sirmione, y sí, tengo que volver para hacerlo.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario