domingo, 3 de enero de 2016

Berlín (III)

6 Y Berlín (III)
 La visita al  Reichtag de ningún modo podía dejarnos indiferentes. Por poco que se conozca la historia alemana de los dos últimos siglos, podría decirse (o al menos yo me atrevo a hacerlo) que la sede de la soberanía del pueblo alemán, (Dem Deutschen Volke como anuncia en su fachada desde 1916, pues parece ser que Guillermo II tuvo algo que ver en la demora de la colocación del lema) es una alegoría del desarrollo que ha tenido la política, o quizá habría que decir mejor la democracia en Alemania. 



El edificio de estilo neorrenacentista fue diseñado por Paul Wallot y se concluyó en 1894. En un principio, antes de la unificación, la sede del Reichtag en Berlín fue el Preußisches Herrenhaus (Cámara Alta de Prusia), situada en el número 3 de la Leipziger Straße. Allí se reunió desde 1867 el Parlamento de la Federación Alemana del Norte dominada por Prusia. Tras la fundación del Imperio Alemán en 1871 se unieron a dicha asamblea los representantes de los estados del sur, lo que hizo necesario un lugar de reunión más amplio. Se resolvió trasladar a los diputados al 75 de la misma calle, a un edificio llamado Preußisches Abgeordnetenhaus (Casa de los Diputados de Prusia). Pronto se puso de manifiesto que dicho lugar tampoco era suficientemente grande y la Cámara aprobó el 19 de abril de 1871 una moción en la que se decía textualmente:
“La construcción de un parlamento a la altura de las funciones del Reichstag y digno de representar al pueblo alemán es una necesidad urgente”.

Imagen tomada de Internet
Se formó entonces una comisión responsable de los preparativos para la edificación de ese parlamento "digno". Se trataba de concretar el lugar de la obra, desarrollar un plan de trabajo, convocar un concurso para elegir al arquitecto, proveer una transición adecuada y acondicionar un edificio provisional. Se calculó que el nuevo Reichstag estaría concluido en  cinco o seis años Se tardaron veintitrés.
No es cuestión de detallar todos los problemas que se suscitaron: el emplazamiento, el proyecto, la elección del arquitecto (con las consiguientes presiones de todo tipo que éste tuvo que soportar), el diseño, la decoración, la construcción de la cúpula, etc. etc.
El 9 de junio de 1884 se procedió a la colocación de la primera piedra en una ceremonia con más representantes del ejército que de la política. Guillermo I, su hijo (futuro Federico III) y su nieto (futuro  Guillermo II) protagonizaron el solemne acto, si bien cuando el káiser asestó el martillazo simbólico que daba comienzo a la obra, éste se rompió en pedazos, algo a todas luces poco frecuente en este tipo de ceremonias.
Guillermo II, en el poder desde 1888, se mostró en un principio satisfecho con el desarrollo de las obras cuando visitó el edificio, pues había apoyado a Wallot en  la ubicación propuesta por éste para la cúpula (que suscitó una gran polémica entre sus contemporáneos por su modernidad), aunque no tardó en manifestar sus reservas porque le parecía que ésta representaba “demasiado gráficamente” el poder del Parlamento y además era más alta que la del Palacio Real, por lo que no ha de extrañar, dadas sus inclinaciones autoritarias, que con el paso del tiempo mostrara una creciente antipatía hacia el edificio y hacia su autor.
Reichtag hacia 1900. Imagen Photochrom
La derrota alemana en la Gran Guerra dio paso a la República de Weimar, que fue proclamada en esta sede parlamentaria en 1918. En febrero de 1933 con Adolf Hitler ya canciller, el edificio sufrió un pavoroso incendio provocado, del que se culpó a los comunistas (el holandés Marinus van der Lubbe fue condenado a muerte en un juicio de algo más que dudosa legalidad). Como no podía ser de otro modo los grandes beneficiados con el hecho fueron los nazis que aquella misma noche desataron una oleada de terror contra sus rivales políticos y obligaron a Hindenburg a firmar un decreto por el que se derogaron los derechos civiles y se estableció la pena de muerte para los delitos de alta traición contra el partido, auto proclamados la única representación del gobierno y del pueblo de  Alemania.

Imagen tomada de Internet.
 
Aunque la auténtica actividad parlamentaria no volvería al edificio hasta muchos, muchos años después, se llevaron a cabo tras el incendio algunas reparaciones y el Reichtag fue utilizado para albergar exposiciones dedicadas a la mayor gloria del führer y de su Reich.
Durante la Segunda Guerra Mundial se convirtió en una auténtica fortaleza donde llegaron a instalarse desde dependencias de la empresa AEG, a un hospital militar e incluso una maternidad. Los violentos combates conocidos como la Batalla de Berlín tuvieron un hito importante con la toma de este símbolo de Alemania  por el Ejército Rojo, que hizo ondear la bandera de la Unión Soviética en su fachada y sobre su cúpula. 
El Reichtag en 1946
 En los años 60 la RFA inició una operación para la reconstrucción del edificio (aunque no se tenía claro cuál sería su función), del que se eliminaron muchos elementos ornamentales y se redujo la altura de las dos torres. La cúpula no se reconstruyó y aunque la sala de plenos dobló su tamaño, en 1971 era imposible y aún impensable, que dicha sala cumpliera su cometido de albergar a todos los diputados de una Alemania hipotéticamente reunificada.

El Reichtqg en 1946. Cátalogo Artium .org
Durante mucho tiempo acogió festivales y conciertos de rock que debieron espeluznar a las autoridades del Berlín Oriental, pero…cuando se dieron las circunstancias propicias el muro fue derribado, el país volvió a ser uno, se celebraron elecciones y en diciembre de 1990 el Reichtag albergó la primera reunión del Bundestag.
Sin embargo se hacía necesaria una intervención a fondo, aunque antes, en 1995, fue literalmente empaquetado por el artista de origen búlgaro Christo, que lo envolvió con una tela brillante.

Imagen de Wolfgan Volz
La remodelación y las obras de acondicionamiento siguieron el diseño del arquitecto inglés Norman Foster, que en todo momento debió respetar su carácter histórico por lo que partes de la antigua construcción fueron integradas permaneciendo visibles los testimonios de la historia reciente. Foster culminó su obra con la construcción de una impresionante cúpula elíptica de 40 metros de diámetro y 47 metros sobre el nivel del suelo en su punto más elevado. Toda acero y cristal, la cúpula de Foster se ha convertido en otro símbolo del Berlín actual y miles de personas ascienden por sus rampas para contemplar la maravillosa panorámica de la ciudad desde un lugar tan emblemático y cargado de acontecimientos. Para mí, esta visita constituyó una experiencia muy emocionante.  




 Y no terminaron las emociones aquel día, porque a continuación contemplamos el Sowjestisches Ehrenmal, erigido en el sector británico de la ciudad dividida, en memoria de los 300000 soldados soviéticos muertos en la II Guerra. El monumento es impresionante por su propia naturaleza y por lo que significa. Constituye también el lugar de enterramiento de 2500 militares y sobre este emplazamiento se eleva una grandiosa columna, coronada por la figura  en bronce de un soldado y flanqueada por los dos primeros tanques del ejército rojo que entraron en Berlín.

Imagen tomada de Internet

Y a continuación el impactante recorrido por el Holocaust Mahnmal, monumento que recuerda a los judíos víctimas del holocausto. Diseñado por Peter Eisenman se configura como un espacio inclinado en el que se sitúan 2711 losas de hormigón con las mismas dimensiones de ancho y largo pero con distintas alturas. Estas circunstancias crean una atmósfera en la que se siente que la realidad ha perdido su dimensión racional y creo que ese era el efecto buscado, como una metáfora de la sin razón asesina que llevó el exterminio de más de seis millones de seres humanos. No hay inscripciones ni símbolos, sólo la neutra y fría superficie del hormigón. En un subterráneo anexo se guardan los nombres de las victimas conocidas, de las desconocidas, al menos a través de este memorial, quedará constancia de su terrible destino.   

Imagen tomada de Internet
 El monumento fue inaugurado apenas tres meses antes de nuestra visita a Berlín. Me conmovió en lo más profundo haber tenido la oportunidad de contemplarlo y de alguna manera, rendir mi particular homenaje a todos aquellos, hombres, mujeres y niños, que vieron  sus vidas segadas de una forma tan cruel. Desgraciadamente, en los días que escribo estas impresiones, otras son las victimas y otros son los lugares donde se producen, pero la razón, es la misma, el fanatismo de unos, la culpable indiferencia de muchos y el calculado y político egoísmo de otros.
Y no cesaron las tristes impresiones aquel día, (parece que sin un propósito previo, nuestro itinerario nos llevó a rememorar algunos de los más negros acontecimientos del siglo XX) porque hicimos un breve recorrido por el espacio conocido como Prinz-Abrecht-Gelände donde se ubicaron a partir de 1933 las sedes centrales de la Gestapo, de las SS y de la Oficina de Seguridad del Reich, es decir el centro del poder del nazismo y el lugar en el que se planificó la persecución y la aniquilación de millones de personas. La zona, arrasada durante la guerra, estaba en vías de recuperación para instalar un Centro Internacional de Documentación. Cuando la visitamos, al aire libre se exponían diversos documentos con el nombre de Topografía del Terror.


En las inmediaciones, el edificio gris, pesado, aplastante, de la Luftwaffe, que no fue bombardeado por los aliados y que aún permanece en pie. 

Imagen tomada de Internet

Como un símbolo del horror de todas las dictaduras, el espacio que alberga la exposición, estaba adosado a una parte del Muro. Pudimos contemplar algunos restos de hormigón que conformaban los trozos que quedan en pie, en los que ni siquiera los graffitis logran paliar la cruel frialdad de lo que representó. Para acabar el Checkpoint Charlie, hoy atracción de turistas, pero durante la guerra fría lugar de tensiones y conflictos entre las dos super potencias, y por lo tanto del resto de una Europa dividida. A pesar de sus connotaciones cinematográficas, no me gustó.

Checkpoint Charlie hacia 1963. Imagen tomada de Inter
 Menos mal que terminamos la noche con un tranquilo y agradable paseo por una zona de terrazas cercana al río Spree y la animación que había me distrajo de las tristes impresiones acumuladas durante la jornada.  El día siguiente tendría otra dimensión.



No hay comentarios:

Publicar un comentario