6 Y Berlín (II)
Creo que
existen pocas calles en Europa tan hermosas como este bulevar, Unter
den Linden, cuyo nombre ya predispone a un paseo hacia una época (naturalmente
idealizada por el paso del tiempo, pero sobre todo, soy plenamente consciente de
ello, por mi desbocada imaginación) en la que Berlín se estaba constituyendo
como una gran ciudad en la que la ciencia y la cultura tenían una enorme
importancia. En sus orígenes era el camino para acceder al coto real de caza
que con el tiempo se convertiría en el Tiergarten. Los primeros tilos se
plantaron en el siglo XVII y los últimos en 1950. Nunca estos hermosos árboles
han dejado de proyectar sus sombras sobre el paseo y sobre los extraordinarios
edificios barrocos y neoclásicos que lo flanquean. El siglo XIX fue su mejor
momento, Goethe, Schiller y Heine lo inmortalizaron con sus poemas
y viejos grabados nos muestran cuál era su aspecto. También en el XX, Marlene
Dietrich, con su personalísima voz, cantó la canción que dedicara al lugar
el compositor Walter Kollo.
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Imagen tomada de Internet |
En el primer tramo de Unter den Linden, el que va desde el Schlossbrüke hasta la Friedrichstrasse, se ubica el impresionante Zeughaus, edificio barroco
construido como arsenal a principios del XVIII y hoy Museo de Historia de Alemania, cuya perfección y belleza tiene un
adecuado remate en el frontón dedicado a Minerva.
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Imagen tomada de Internet |
A su lado el
Neue Wache, neoclásico del XIX, construido para la Guardia Real, pero que al parecer su decoración (representaciones de la diosa de la Victoria en el friso, y de las alegorías de la Batalla, la Victoria, la Huida y la Derrota en el tímpano), parecía presagiar que en el futuro estaría predestinado a otras funciones: primero la de rendir homenaje a los caídos en la I Guerra; luego en 1960 ser el recordatorio de los asesinados por los fascismos y el militarismo, y por fin, desde 1993 honrar la memoria de todas las víctimas de las guerras y las dictaduras. Así bajo una lápida iluminada por una llama perpetua se guardan en comunión las cenizas de un soldado desconocido, un miembro de resistencia y un prisionero de los campos de concentración.
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Un hermoso edificio de mediados del XVIII
alberga la Humbolt Universiät fundada en 1810 por iniciativa de Wilhelm von Humboldt, brillante
intelectual y político, cuya estatua, junto a
la de su hermano Alexander, flanquean la entrada que da acceso al patio.
Alexander von Humbolt (uno de mis
personajes históricos favoritos) fue un viajero, geógrafo y
explorador que además cultivó todas las ciencias que permitieron un mayor
conocimiento del hombre y la naturaleza, y todo ello envuelto en un halo de
romanticismo propio del tiempo que le tocó vivir.
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Alexander von Humbolt |
Fue emocionante pensar que
por aquel patio al que me asomaba y que constituye el lugar de paso principal de la universidad, han transitado los científicos e intelectuales
que elevaron la cultura alemana y por tanto la europea, a tan altos niveles de
desarrollo entre los siglos XIX y XX.
Al lado de la Universidad la
Staasbibliothek,
con su hermosa fachada y la ingente colección de publicaciones comenzada en el siglo XVII. A lo largo del tiempo, la sede de la Biblioteca cambió varias veces
de ubicación hasta llegar al edificio actual de principios del XX. Los fondos,
unos tres millones de libros, revistas y valiosas partituras, también sufrieron los cambios acarreados por la guerra y sus consecuencias.
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Imagen tomada de Internet
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Y, siempre bajo los tilos, en medio del
bulevar se alza la monumental estatua ecuestre de un
Federico II que eleva su grandeza hasta los casi seis metros de
altura. La obra, erigida en pleno apogeo del nacionalismo alemán (1839-1851), fue fundida por
Daniel Rauch.
Representa al rey con uniforme y abrigo (reales, por supuesto) sobre un pódium
en el que se hallan las estatuas de todos aquellos, políticos, militares,
científicos, artistas, que contribuyeron a la grandeza de Alemania.
La verdad es que estos insignes personajes, más que vistos fueron vislumbrados,
porque durante nuestra visita el monumento se encontraba en plena restauración.
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Imagen tomada de Intrnet. |
A pesar de ello, sólo
contemplando al Gran Federico y todo lo que representa, no resulta extraño conocer
que, dada su absoluta incompatibilidad con el régimen de la RDA, el monumento permaneciera en Postdam, durante
muchos años.
Hasta aquí el recorrido transcurría por el lado derecho del bulevar, en
dirección a la
Puerta de Brandeburgo.
En el izquierdo no menos monumental, se encuentra el
Kronprinzenpalais de
imponente fachada, con varios usos a lo largo del tiempo, aunque lo que me
pareció más significativo es el hecho de que el 30 de agosto de 1990, sus paredes
fueron testigos de la firma del decreto que abría el camino de la reunificación
alemana.
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Imagen tomada de Internet |
Creo que sólo aquellos que crecieron en un mundo dividido por
ideologías e intereses tan opuestos e irreconciliables, pueden tener una idea
más vivida, menos teórica, de lo que todo esto representaba. Otras ideologías y otros muros han venido después a perpetrar otro tipo de divisiones, pero… esa es otra
historia.
Unter den Linden se ensancha para
abrir un espacio, la
Bebelplatz, anteriormente llamada
Opernplaz,
porque entre los magníficos edificios que la rodean se encuentra el de la
Staatsoper
con su preciosa fachada neoclásica y un escenario por donde han pasado, y siguen
haciéndolo, prestigiosos músicos y
cantantes.
Fue lo primero que se
construyó en este lugar destinado a ser el
Forum Frieridicianum, diseñado en el siglo XVIII para emular la grandeza de la antigua Roma. El proyectó no vio la luz pero en la plaza se construyeron los hermosos edificios que hoy la ocupan. Así con su pretendido parecido con el Panteón romano, destaca la impresionante portada dórica y la no menos impresionante cúpula de la St-Hedwigs-Kathedrale, la catedral católica de Berlín que data de mediados del XVIII.
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Imagen tomada de Internet |
Cerca, el impactante edificio barroco que alberga la
AlteBibliothek, apodada el Buró (Kommode) por los berlineses, por su fachada semicircular articulada mediante tres cuerpos sobresalientes en los que destacan las enormes columnas corintias que sostienen el alero rematado por grandes esculturas y escudos heráldicos.
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Imagen tomada de Internet |
Abierto al bulevar, el
Altes Palais, del siglo XIX, residencia del príncipe heredero, el futuro
Guillermo II que vivió en él hasta su
exilio holandés tras la Gran Guerra. Hoy forma parte de la Universidad. No me costaba trabajo
imaginar (me sobra imaginación), a un joven Guillermo imbuido de sobrada autoestima,
contemplando desde las ventanas de sus aposentos la figura de Federico el Grande, su ilustre predecesor, soñando con emular sus hazañas y preparando los cambios que acometería a su
llegada al poder. .
En definitiva, planificando su
Welltpolitic, que junto a otras iniciativas tomadas por los gobiernos de una Europa que, mientras hermanaba a sus científicos, a sus intelectuales y a sus artistas, sufría las acometidas de unos políticos de estrechas y egoístas miras. No hay que mencionar las consecuencias. Sólo recordar 1914.
De sobra
es conocido que uno de los horrores más grandes sufridos por los europeos en el
dramático siglo XX fue la llegada del nazismo. En medio de la Bebelplatz, entre sus elegantes y bien restauradas construcciones,
un panel translucido insertado en el suelo permite vislumbrar una sala con
estanterías vacías.
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Imágenes tomadas de Internet |
Junto a ella en una placa las palabras que
Heine escribiera en 1820: “Allí
donde arden los libros, acabará por arder el pueblo” Todo ello forma parte
del monumento diseñado por Micha Ulman
en 1995, que pretende conmemorar y recordar la quema de cerca de 25000 libros
que llevaron a cabo las hordas del Tercer Reich por instigación de Goebbels, el 10 de mayo de 1933. Nunca
las palabras de un poeta resultaron tan proféticas.
Un pequeño desvío y aparece ante nosotros la
Gendarmenmarkt
creada en el siglo XVII como plaza del mercado del nuevo espacio urbanizado de
Friedrichstadt.
Con posterioridad alojó las caballerizas de un regimiento de coraceros,
Gens
d´Armes, y de ahí su nombre.
En la actualidad es uno de los espacios
más atractivos de Berlín, por la belleza y simétrica disposición de sus
edificaciones.
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Imagen tomada de Internet |
El centro lo ocupa el magnífico
Konzerthaus conocido hasta hace poco como el Schauspielhaus. Esta sala de concierto es una de las obras más importante de Karl Friedrich Schinkel, un interesante artista, arquitecto, pintor, diseñador, que dejó muestras de su trabajo por toda la ciudad en la primera mitad del siglo XIX, cuando los Hohenzollern transformaban Berlín en la gran capital de Prusia. El Konzerhaus puede considerarse su mejor obra. Proyectó un edificio neoclásico para sustituir al antiguo teatro que fue arrasado por un incendio. De él conservó las columnas jónicas del pórtico coronado por un impresionante frontón que precede a otro situado en un plano posterior rematado por una escultura de Apolo que conduce un carro tirado por grifos. La fachada del edificio, al que se asciende por una magnífica escalera, resulta impresionante. Esculturas y relieves alegóricos a la música se distribuyen por el exterior y el interior del teatro.
De toda la decoración se encargó este polifacético artista, del que no puede resistir la tentación de apuntar que fue el creador de la famosa
Cruz de Hierro, la mejor recompensa para un militar alemán.
Frente al edificio, sede en la actualidad de la Orquesta Sinfónica berlinesa, una esplendida estatua en mármol blanco de Friedrich Schiller (tengo que confesar aquí la ingenua satisfacción que me produjo conocer en un viaje posterior, Marbach am Neckar, el pueblo natal del poeta), erigida en 1869 y que ha venido ocupando este lugar de forma discontinua, según soplaran los vientos de la política. Hoy se eleva en medio de la plaza rodeado de alegorias a la poesía, el teatro, la filosofía y la historia, disciplinas a las que dedicó gran parte de los cuarenta y cinco años de su vida.
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Imagen tomada de Internet |
A ambos lados del Konzerhaus se levantan de
forma casi simétrica dos edificios de estilo neoclásico al igual que éste,
cuyas torres gemelas coronadas por cúpulas y los pórticos de columnas corintias
rematados por frontones en dos de sus fachadas, los asemejan bastante, aunque
en realidad difieren en el resto del diseño. La Französischer Dom
fue construida por los hugonotes establecidos en Berlín tras la derogación del
Edicto de Nantes (1629) y la
Deutscher Dom, una vieja iglesia donde
luteranos y calvinistas comenzaron a utilizar el alemán para el culto abandonando el latín como imponía el Vaticano.
En 1785 Carl von Gontard diseñó ambas torres. Ninguna de las dos iglesias cumplen en la actualidad el cometido para la que fueron erigidas.
Antes
de continuar hacia la Pariserplazt una ojeada a la
elegante zona comprendida entre la Friedrichstrasse y la Charlotnstrasse,
con sofisticados edificios que albergan tiendas, oficinas, hoteles y apartamentos
de lujo. Todo ello responde al propósito de reconstruir un espacio comercial de
gran importancia hasta la Segunda Guerra y que, ubicado tras el muro, había sufrido un
lastimoso deterioro. Se han llevado a cabo varios proyectos, obras de
grandes nombres de la arquitectura moderna, de entre los que sobresalen el llamado Quartier
205, el más amplio y simple en su diseño (me recordaba la arquitectura de la Bahaus), aunque no lo sea en su
estructura.
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Imagen tomada de Internet |
El Quartier 206 con su impactante vestíbulo en el que yo diría que
se abusa de los motivos art decó te
deja algo anonadado
y por último el
Quartier 207 ocupado por las Galerías
Lafayette que constituye un maravilloso despliegue de vidrio e imaginación hecho realidad
por Jean Nouvel que ha diseñado un
gigantesco escaparate (no en vano se trata de unos grandes y lujosos almacenes) que se
abre al exterior y en el que destacan las líneas curvas de su fachada
principal. En el interior la impresión de sus enormes conos enfrentados (uno
pendiente del techo y otro ascendiendo del
suelo) iluminados por la cambiante luz procedente de la calle que no encuentra obstáculos
desde que atraviesa las paredes de vidrios, te deja literalmente sin palabras. También los precios de los artículos a la venta, tengo que añadir.
Y por
fin Brandenburger
Tor. ¡De cuántos acontecimientos podría hablarnos esta puerta! Porque
como tal fue concebida por Carl Gotthard
Langhans y construida durante el reinado de Federico Guillermo II entre
1788 y 1791, para que, sustituyendo otra antigua sirviera de entrada al “Nuevo
Berlín”. De grandes dimensiones su autor quería rememorar los Propileos de la Acrópolis
ateniense, con cinco zonas de paso entre hermosas columnas dóricas y flanqueada por dos grandes pabellones que dan forma a la Platz des 18 März, nombrada así para conmemorar la Revolución de 1848 dando paso a continuación a la Strasse des 17 Juni (en este caso el nombre rinde homenaje al levantamiento de los obreros del este producido en ese día de 1953).
La
decoración escultórica del friso y de los paramentos interiores está compuesta por relieves de
temas mitológicos de factura clasicista.
Pero lo más significativo del conjunto lo constituye la impresionante
Cuadriga debida a Johann Gottfried Schadow. En un principio la obra quería simbolizar la Paz, aunque después de la batalla de Jena y de su traslado a París por orden de Napoleón, cuando triunfante (al igual que el ejército prusiano) regresó a la ciudad en 1814
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El regreso de la Cuádriga de Rudolf Eichstaedt (1896) |
experimentó la remodelación que le dio su aspecto actual al tiempo que, quizá la convertía en un símbolo (y digo esto con todas las reservas) del desmedido afán de poder de los unos y las desmedida desconfianza de los otros, cuyas tristes consecuencias se han arrastrado en Europa durante dos siglos. La Victoria Alada, que con su mano derecha sostiene la rienda de los caballos, porta con la izquierda un báculo rematado por una corona de laurel en cuyo interior encontró su lugar la recién creada Cruz de Hierro, y sobre todo ello, el águila prusiana con las alas extendidas.
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Imagen tomada de Internet |
Desde su impresionante altura ha contemplado sin inmutarse el paseo de los elegantes berlineses de entre siglos y las manifestaciones de los obreros en los años 20 y 30; el paso de la oca de quince mil nazis de las SA y de las SS portando antorchas para celebrar la llegada de Hitler al poder y la casi destrucción del monumento por las tropas soviéticas; su aislamiento en la zona de nadie tras la división de la ciudad y la caída del muro que la flanqueaba. Hoy debe sentirse complacida: todos consideran el monumento del que forma parte el símbolo de Berlín.
Nota. Para esta entrada he utilizado casi todas las imágenes bajadas de Internet. El propósito ha sido una mejor ubicación de los monumentos reseñados, objetivo al que no colaboraban mis fotografías.
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