Lago Iseo.
Desde
luego que existe el amor a primera vista, por eso supe en cuanto lo vi, que el
Iseo iba a ser mi lago preferido.
En
el camino desde Moggio contemplamos
el elevado emplazamiento de la ciudad vieja de Bérgamo con sus bellos edificios, que habíamos visitado días atrás (tendré
que hablar de ellos) y con esta imagen arribamos a la primera población del
lago
y comenzamos el recorrido por sus orillas.
y comenzamos el recorrido por sus orillas.
Sárnico es una pequeña y elegante ciudad
Sin abandonar la vista del agua y de las montañas de la orilla izquierda, transcurría apacible la mañana hasta que a la hora de comer nos sorprendió en Tavernola Bergamesca.
Nunca imaginamos la inolvidable experiencia que nos aguardaba en este coqueto pueblecito y en el restaurante donde recalamos: Il
Porticciolo. Además de la excelente comida preparada por la simpática Regina, disfrutamos enormemente de
la amabilidad y la confianza (tan fácil de establecer con la mayoría de los
italianos, nunca me canso de decirlo) de la familia que regenta ese delicioso
lugar.
Un
pequeño paseo se hizo necesario, dadas las circunstancias,
El espectáculo es desde luego extraordinario... y el cruce con otros vehículos no carece de dificultad. Afortunadamente el tráfico era escaso y no tuvimos necesidad de comprobarlo.
al que, como no podía ser de otro modo, la ciudad ha dedicado un monumento. En las primeras décadas del siglo XIX, este noble benefactor de las bellas artes, a quien unía una estrecha amistad con el escultor Antonio Canova, mandó construir un hermoso edificio neoclásico donde estableció una interesante colección de pinturas y grabados, un gabinete de antigüedades y su magnífica biblioteca.
En el día de nuestra visita se exhibía una exposición de Bellini, pero
desgraciadamente estaba cerrada por lo que tuvimos que conformarnos con admirar
el exterior y los jardines a través de la reja.
Pero por encima del valor
de las colecciones, creo necesario resaltar el hecho de la existencia de una
institución de estas características, centro de una vida artística y cultural
tan importante, en una ciudad de apenas seis mil habitantes. Tengo que confesar
que sentí una cierta envidia.
A partir de Lovere, que se sitúa en la zona septentrional del lago, nuestra excursión continuó por la orilla derecha y siempre con la imponente presencia del Monte Isola donde se ubica un pequeño pueblo formado a partir de las pequeñas aldeas que desde tiempos remotos se ubicaban en esta enorme y escarpada isla lacustre.
Desde Sulzano, otra parada obligatoria, no sólo se divisa
Monte Isola, también se tiene una espléndida visión de la pequeña isla de San Paolo, y junto a ella de la de Loreto, que en la actualidad son de propiedad privada.
La ruta de regreso discurrió por Marone (que ya he mencionado) y otros pequeños y encantadores pueblos. A medida que nos alejábamos del lago Iseo,
se iba haciendo mayor la fascinación que me había causado, algo que ni
siquiera pudo disminuir el pesado viaje, con atasco incluido, hasta Moggio.
Las hermosas vistas contempladas hacían más llevadera cualquier contrariedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario