El primer viaje. Julio de 1965.
La primera vez que fui a Alemania era apenas una adolescente. Crucé la frontera francoalemana por el puente sobre el río Moselle en el pequeño pueblo de Grosbliderstroff.
Corría el año 1965 y yo vivía en una España atrasada y mojigata y sometida e infeliz. Aunque a decir verdad era demasiado joven para tener plena
conciencia de ello, a partir de entonces comencé a adquirirla.
Toda la familia, mis padres, mis dos hermanos y yo, habíamos viajado a Lorena (algo que me convertía en una especie de osada aventurera entre mis amigas del pequeño pueblo donde residía, cosa que debo confesar me encantaba) para visitar a mis
tíos exiliados desde la Guerra Civil, a
mis abuelos que vivían con ellos y a mis primos a los que ya conocíamos porque ellos sí habían venido a nuestra casa a pasar sus vacaciones de verano en años precedentes. Podrá entenderse que, aunque sentía
una gran curiosidad por todo lo que veía, mis prioridades eran pasarlo lo mejor
posible. Para los adultos la visita tenía otras connotaciones que nosotros no llegábamos a entender por aquel entonces.
Las impresiones recibidas durante
el viaje (hubimos de atravesar España y Francia) y el conocer cómo vivían mis familiares y sus vecinos y amigos en un pueblo minero del Sarre, Rouhling, me hicieron preguntarme por primera vez qué
ocurría en mi país (de eso nunca se hablaba), por qué estábamos tan atrasados
en todos los órdenes de la vida, por qué ellos que “sólo eran mineros”, la
mayoría españoles republicanos, tenían en Francia un nivel de vida que un
obrero en España no hubiera soñado jamás.
Quizás en aquel primer viaje no
apreciara mucho el patrimonio de las ciudades que conocí, aunque indudablemente
me extasiaron sobre todo los bosques (¡tantos árboles!... como en los cuentos) y los
grandes ríos (esas hermosas corrientes de agua me fascinaron y aún siguen
haciéndolo), pero lo cierto es que comprendí, quizá de manera inconsciente, que
para vivir con plenitud hay que tener bien abiertos los cinco sentidos y
atrapar con ellos todas las sensaciones que te ofrece el mundo que te rodea.
Tardaría muchos años en regresar a Alemania.
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